Una multitud enardecida ventiló hoy en Beirut su indignación contra los políticos del Líbano: al grito de "revolución", los responsabilizaron por la calamitosa explosión que devastó parte de la ciudad y que dejó como saldo al menos 157 muertos y más de 5.000 heridos.

Se espera que el número de víctimas generadas por los estallidos de hace dos días -presuntamente causados por un incendio accidental que alcanzó un depósito con 2.750 toneladas de nitrato de amonio en el puerto de la capital- crezca a medida que avancen las tareas de rescate bajo los escombros.

Según contó el canciller libanés, Charbel Wehbe, el Gobierno del primer ministro, Hassan Diab, emplazó por cuatro días a la comisión que investiga la detonación para que determine responsabilidades.

Horas después, el comisionado estatal ante el tribunal militar de Líbano, Fadi Akiki, anunció que 16 personas fueron detenidas en el marco de las investigaciones y, sin dar sus nombres ni ningún detallé, agregó: "las pesquisas continúan para incluir a todos los sospechosos".

En opinión de muchos libaneses, el estallido resultó la gota que rebalsó el vaso, tras años de corrupción y de desmanejo, por parte del grupo relativamente restringido de líderes que viene determinando la mayor parte de la política nacional desde hace décadas, en un país parlamentario donde los cargos más elevados están reservados a representantes de comunidades religiosas.

Además de coincidir con la mayor crisis económica del país en décadas, la explosión amenaza con agravar el brote nacional de coronavirus, ya que miles de personas tuvieron que ser internadas y cientos de miles más tuvieron que irse a las casas de parientes o amigos porque las suyas quedaron destruidas, lo que multiplica el riesgo de exposición al nuevo virus.

Antes de la pandemia, millones de personas protestaron en las calles durante meses contra toda la dirigencia política por la economía.

Visita

En medio de las protestas, hoy visitó Líbano el presidente de Francia, presidente de Francia, Emmanuel Macron. Llegó precedido de numerosas promesas de ayuda internacional.

Decenas de países han anunciado o concretado el envío de aviones o barcos con equipos e insumos médicos. El Gobierno de Jordania anunció que en las próximas 24 horas construirá un hospital de campaña en Beirut, con 160 médicos, decenas de camas y dos quirófanos.

Macron, quien vio la devastación del puerto, dijo que la visita era una oportunidad para tener un diálogo franco y desafiante con las autoridades políticas y las instituciones del país árabe, un ex protectorado de Francia.

El mandatario europeo dijo que su país trabajará para coordinar la llegada de ayuda, pero advirtió: "si no se hacen reformas, el Líbano se seguirá hundiendo".

Al visitar uno de los barrios más afectados, una multitud se congregó en torno del mandatario y expresó su ira contra todos los partidos políticos del Líbano, incluyendo el grupo islamista Hezbollah, cantando "revolución" y "el pueblo quiere derribar el régimen", eslóganes de las protestas del año pasado.

Macron, que estrechó la mano a algunos de ellos, les respondió que hablaría con los gobernantes. Y precisó que no estaba en el Líbano para respaldar al régimen. Además, prometió que la ayuda de Francia no caerá en las manos de la corrupción. (Télam)